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La Semana con Carolina Luzón (abr24)

Disfrutamos de la compañía de la autora e ilustradora Carolina Luzón del 22 al 26 de abril de 2024.

Colegios que participan:

  • CEIP Miguel Hernández, Castro Urdiales
  • CEIP El Pedregal, Castro Urdiales
  • CEIP Santa Catalina, Castro Urdiales
  • Colegio Castroverde, Santander
  • CEIP Valle Reocín, La Veguilla
  • CEIP Gerardo Diego, Los Corrales de Buelna
  • CEIP Manuel Llano, Terán
  • CEIP Valdáliga, Treceño

Bibliotecas que participan:

  • Biblioteca Los Corrales de Buelna
  • Biblioteca de Camargo, Maliaño

UNA GRAN SORPRESA DE COLOR Y CALOR

Ilustrarte retoma la fórmula de dedicar nuestras páginas a mostrar el trabajo y las reflexiones de nombres nuevos en el mundo del libro ilustrado. En esta ocasión se trata de Carolina Luzón (Barcelona, 1972) pintora, profesora y ahora también ilustradora. Su trabajo es llamativo y exquisito, atractivo e inquietante, sencillo y complejo, repleto de sorpresas y guiños. Confiamos que nuestros lectores disfruten con sus libros.

Mark Twain dijo: » Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día en que descubres por qué».

Pues yo lo descubrí una tarde primaveral hace ya nueve años cuando, inconsciente de lo que iba a ocurrir, entré en una preciosa librería del centro de Florencia. Sin rumbo fijo, me senté en unos pequeños asientos que había en la zona infantil.

Como le pasa a mucha gente, esta sección nunca me había interesado hasta que nació mi hijo. Sin mucho entusiasmo empecé a hojear los libros a mi alcance.

Había muchísimas estanterías con libros muy chillones, comerciales, todos muy parecidos. Desde las cubiertas, los protagonistas de los dibujos animados de moda me sonreían con unos dientes de un blanco deslumbrante. Intentando escapar de todo ese ruido visual me fui hacia el fondo de la librería. Y entonces la descubrí. Apartada, más estrecha que las demás, pero repleta de historias interesantes, diferentes, y sobre todo de imágenes impresionantes: era la estantería de los álbumes ilustrados.

El descubrimiento me dejó petrificada. Todo a mi alrededor se apagó y un foco de luz cegadora cayó sobre mí, como en West side Story cuando Tony y María se ven por primera vez. Y fue así como entendí que mi lugar en el mundo era llegar a estar en esa estantería. Sin saber muy bien por qué había tardado tanto en darme cuenta, comenzó mi transición del mundo de la pintura al de la ilustración.

Lo que me parece más fascinante de este trabajo es que cada proyecto es como una mini vida, única, intensa y muy diferente a la anterior. Y digo mini vida porque cuando empiezo un proyecto vivo dentro de él. El viaje suele comenzar con la primera lectura del texto. Un momento de indescriptible emoción donde las palabras van generando imágenes. A veces clarísimas, contundentes, una auténtica avalancha. Otras, producen una atmósfera, la idea de cómo podría ser el conjunto y que se va concretando a medida que se repite la lectura.

Sin duda es algo mágico interpretar un texto, aportar nuevos matices, llevar al lector a sitios inexplorados, intentar no ser redundante ni meramente decorativa.

También he publicado libros en los que soy la autora del texto y la ilustradora. Y entonces la inspiración puede surgir de la manera más inesperada. Una situación, una vivencia pasada o incluso una imagen, que se me aparece normalmente antes de estar despierta del todo, y que no se va hasta que no haga algo con ella.

Hasta dar por concluida la última página, que normalmente es la contracubierta, los protagonistas de la mini vida me acompañarán en todos los momentos de mi vida real. En cualquier instante puedo ver claramente cómo quiero seguir o por qué no funcionaba ese color y por cual debo sustituirlo.

Nunca hago bocetos de las imágenes, sería como copiarme a mí misma y perdería el encanto del descubrimiento. Un breve esquema para tener claro el ritmo del libro es suficiente para empezar. El resto se produce todo en mi cabeza, compongo, quito, pongo, hago y deshago hasta que lo veo todo claro. Y después queda plasmarlo en el papel o en la pantalla. Es un proceso abierto, que deja espacio a que la imagen respire, que me cuente cosas, que surjan nuevas necesidades. Nunca he tenido que descartar o repetir una imagen.

Me encantan las texturas de los papeles hechos a mano y la mezcla de diferentes técnicas: grafito, grafito líquido, acuarela, acrílico, collage y digital. Y siempre estoy experimentando y buscando nuevas fórmulas.

En Solo, con Susana Peix y David Gómez que acaba de salir con la Editorial Cumio, he llevado a cabo un proceso de transición de la técnica de collage al dibujo digital y de la gama de los colores tierra a otros más intensos. Y por primera vez me he dedicado a los fondos, que hasta ahora no habían captado mi atención y eran casi siempre abstractos, resquicio seguramente de mi etapa como pintora.

Una de las mini vidas que más satisfacciones me ha dado ha sido la de El gran salto, publicado por Akiara Books. La atmósfera que rodea al protagonista adquiere una gran importancia, casi como un personaje más. Y eso no me había pasado antes. También jugué con otro elemento con el que me he divertido mucho: la metáfora visual. Las imágenes nos cuentan cómo se siente el protagonista y son los escenarios y el color los que nos dan la clave para entender el viaje emocional que lleva a cabo el personaje.

Los animales siempre han estado muy presentes en mi obra ¡estuve pintando elefantes durante veinte años! Ellos serán los protagonistas de los dos libros que edita en estos meses Cuentos de Luz. La herida con Javier Sobrino, una historia tierna y profundamente emotiva llena de animales sorprendentes y El viaje de Nala con Nuria Parera donde vuelven mis amados elefantes en un viaje iniciático lleno de aventuras.

Pero también he ilustrado libros en los que los protagonistas son personas. El último ha sido El ladrón de Venecia, una historia profunda y muy emotiva en el que la ciudad se convirtió en un personaje más y en la que creo que he llegado a poder crear exactamente las imágenes que tenía en mi cabeza y que van dando las claves para poder profundizar en el argumento.

Tras mucho esfuerzo y trabajo constante, puedo decir orgullosa que mis libros forman parte de esa maravillosa estantería, esa que entiende que los niños son capaces de ver más allá de los estereotipos y los símbolos. Que son capaces de apreciar, de elegir la belleza de un lenguaje tan complejo y excepcional como el que les propone un buen álbum ilustrado. Aún me queda mucho por hacer, por aprender, por descubrir, creo que en un trabajo así nunca hay que perder la capacidad de sorprenderse y de sorprender.

*Carolina Luzón, ilustradora